Por Daygorod Fabián Sánchez El Autor es Educador y Comunicador Social Desde el arcaísmo se ha usado la estrategia de culpar...
Por Daygorod Fabián Sánchez
El Autor es Educador y Comunicador Social
Desde
el arcaísmo se ha usado la estrategia de culpar a otros por nuestros errores o
usarlos para realizar tareas, en las cuales no queremos ser vistos o acusados. Por
ejemplo el Antiguo Pueblo de Israel usaba un animal para echar sobre dicho
animal la culpa por los pecados del pueblo, Cleopatra cuando se vio en la obligación
de eliminar físicamente a sus hermanos usó a otras personas y César de Borgia
hizo lo mismo, en el caso de él con el señor De Orca.
Hoy
día este tipo de maniobra se sigue empleando, pero desde otro punto de vista y
es usar gente sin ningún tipo de escrúpulos para fomentar cometidos sucios
contra gente honorable. Como lo dicta esta ley maquibélica lo indicado es usar
a otra persona que diga y haga lo que ambicionamos decir o hacer. Para esto se
usa el poder económico, se compran algunos cerebros y connaturalmente se hace en
el ámbito de la comunicación ¿Por qué creen ustedes amigos lectores que el
gobierno tiene tantos defensores? ¿Por qué gente que el país entero sabe quiénes
son y como han conseguido sus fortunas tiene numerosos protectores?......
….Intensiones y Abrogación
La
intención real es que la víctima del ataque no encuentre a quien identificar
como su victimario, pero el uso continuo de esta pericia ha hecho que sea invalidada
por sí misma. La vivacidad de la gente ha evolucionado hasta el punto que
identifica cuando alguien dice algo por conveniencia personal o por razones de
orden moral y ético. No puedo dejar de reconocer que en muchos casos ha
funcionado esta observancia, disimulada entre misterios y ambigüedad, donde los
propulsores de la misma se hacen los chivos locos.
Pero la borrachera de poder
en el uso imperceptible de esta táctica ha tenido como clímax que los actores políticos,
empresariales y sociales ya no encuentran a quien usar para sus campañas sucias
o destructoras de morales, en virtud de que los que la ejecutaban son los
mismos y todos conocen quienes son, creando así un bumerán negativo hacia los
que propiciaban este tipo de política social, empresarial o comunicacional.